Santa María de Bujedo


Convento Santa Maria de BujedoLa abadía cisterciense de Santa María de Bujedo de Juarros se alza en el fondo de un vallejo por el que discurre el modesto río Seco. Fue fundada, durante la segunda mitad del siglo XII, por el conde Marañón y su mujer, doña Mayor García. En la actualidad ha sido totalmente restaurada y luce todo su esplendor artístico.

La cristianización del territorio de Juarros fue bastante temprana, como así lo confirman los restos encontrados en la ermita de Nuestra Señora del Cerro. Este templo, que se alza sobre un promontorio rocoso cercano a la localidad de Cueva de Juarros, conserva unos canecillos que hacen pensar en una antigua construcción de tradición hispanovisigoda. Su traza también responde al modelo de iglesia altomedieval de mediados del siglo IX. El primer monasterio juarreño del que se tiene noticia es el benedictino de San Adrián, en el año 970. Un poco posterior es el premostratense de San Cristóbal de Ibeas de Juarros. De estos dos cenobios, así como de los de San Miguel de Espinosa, San Mamés y Santa Cruz, no ha quedado ninguna huella material. El que sí ha llegado hasta nuestros días es el monasterio cisterciense de Santa María de Bujedo. No se conoce la fecha exacta de su fundación, aunque los especialistas la fijan en una horquilla comprendida entre los años 1166 y 1176. Sus primeros doce monjes procedían de la abadía francesa de Scala Dei y estaban encabezados por el abad Fortunato.

Convento Santa Maria de Bujedo 4Su dominio estuvo principalmente en la comarca de Juarros, pero algunas de sus propiedades alcanzaron las riberas del Duero y el Arlanza. Después de más de 650 años ininterrumpidos de existencia, las leyes desamortizadoras de 1835 supusieron el final del monasterio de Bujedo. Tras mucho tiempo de abandono sus ruinas fueron restauradas con fidelidad y han recuperado su pasada fisonomía, lo que trasluce la planificación interna habitual en los monasterios que seguían la regla de San Bernardo de Claraval y que marcaba la situación exacta de cada uno de sus elementos. Todas las dependencias se disponían alrededor del claustro: iglesia, cementerio, sacristía, sala capitular, dormitorios y refectorio de los monjes, cocinas, calefactorio, refectorio y dormitorios de los legos y cilla. La iglesia, cuya fábrica está levantada con buenos sillares de arenisca rojiza, presenta la característica planta en “T” de los monasterios cistercienses, con una larga nave y un pronunciado crucero al que se abre un ábside central semicircular de clara tradición románica. La cubierta tiene aires ojivales, con sencilla bóveda de crucería que descarga sobre columnas adosadas al muro, que sólo llegan a media altura y descansan sobre pequeñas ménsulas. En el claustro, que fue reconstruido en los siglos XVI y XVII, todavía se descubre una primitiva sala capitular dotada con los mismos carácteres estilísticos vistos en el templo.